…ojos ajenos.

De las Memorias del Austero: …ojos ajenos.

Por Gonzalo Meléndez

“La niebla ira tras aquellos malvados, dejándolos sumisos, solos y desorientados. Alquilando letras ajenas no se puede calmar la tormenta, parafraseando canciones de amor, el lúdico porvenir sale estrecho de tus bolsillos, escapando veloz, errante y añejo de entre los tejidos hasta los adoquines, quedando perplejos.”

 Cada dos o tres noches, simpatizo con ideas de las cuales no me puedo librar, las retrato en márgenes paralelos hasta que forjan sus raíces y se quedan echando humo, ardientes, perpetuas e inmóviles. No es, hasta que algún par de ojos, ameniza los errores, esclavizando la interpretación y dándole un solo sentido a lo que era toda una legión.

 La ventaja sale airosa y sin consecuencias, para esto existe la diversidad y no hay mejor cosa que aprender de lo efímero en la brutal esencialidad. Pero una excusa es desigual a una opinión, cuando de modales exportados se hable y estos últimos son ideales…ideales homicidas, de los que abruman la emoción, de los que cierran puertas sin abrir ventanas, de los que se complotan para darle acidez a tu arte.

 Y así, sin cuentas espantosas ni razones prejuiciosas, es como éste alter ego se conforma. No pide pragmáticos desenlaces, ni caridad de inmortales, simple gesto poco vulgar para no sentirse tan mal, ni tan abandonado en un mundo de esferas cuadradas, transparentes y entre comillas. Sin ir más lejos, los barrotes son auto creados de fervor y lágrimas en monocromo, cuando una mala interpretación complementa el desamor, pero quizás y solo quizás, hasta te has topado con este ideal, lo has encontrado levantando baldosas, pateando hojas marchitas, saltando de a pares los charcos, revisando tus recuerdos de niñez o hasta preguntándole a la vida de qué color es el olvido.

 Puede éste, el de las alas ilustres, ser tan dúctil como así se lo proponga y a menudo considerar los ensayos como pertrechos radiantes, de los cuales transformar una parte en experiencia y lo demás librado al azar, asediando el soslayar como parte permanente de la inspiración.

 Pienso normalmente en lo que no se lee, en cuanto a las letras y a sus originales ideas. Cierto es, que mientras te esperan pacientes en las páginas decoloradas, la oscuridad del libro de apuntes las estrecha aún más, dándole un enfoque a medio motor del verdadero principio. De ésta caducidad, es de la cual deben escapar, pero ¿qué galeón usar? si todos están llenos de tormento, con el tiempo aliado a la perseverancia, se abren pasos inesperados en las fronteras dándote ventajas como estratagemas. Pienso además, en la imperiosa necesidad de la expresión en cadena, cuando tomas impulso ya nada aquieta el batir de las plumas, otorgándote la sensación de libertad ajena…el impulso digo bien, de agotar los tinteros hasta los vértices, cercar los oleos y cuartear los grafitos de tanto ímpetu.

 Pero…deja que pregunte…de que manera estás asimilando todo esto, si desde que llegaste hasta ahora, cayeron solo dos gotas en tu códice de memorias.

 

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